Enrique Correa
-¿Sigue veraneando en El Quisco?
-Sí, pues tengo casa ahí hace 28 años y antes arrendé. Desde que salí de mis tiempos clandestinos hasta que ya pude adquirir una vida más tranquila, siempre fui a El Quisco. Es muy agradable, mis hijos crecieron allá, mi hija especialmente. Conozco a toda la gente. El litoral central en general tiene un entorno natural muy bello. Yo ahora me di cuenta de por qué en el siglo XIX fue elegido por las elites junto con Cartagena.
-Una de las historias que se contaban en los tiempos en que asumió como ministro de Patricio Aylwin es que la derecha lo miraba con recelo por sus orígenes: venía de Ovalle y veraneaba en El Quisco. 
-La verdad es que para mí siempre ha sido un orgullo mi origen: haber nacido en Ovalle, haberme formado allá, en una escuela pública, liceo fiscal… lo más profundo, lo más arraigado en mi modo de vivir, en mis códigos de conducta, los adquirí en mi familia. Una familia de clase media muy trabajadora. Aprendí desde muy joven que el esfuerzo lo hace todo, que el trabajo lo hace todo. No tengo mucho más que agregar. Y en relación con los asuntos políticos en el tiempo en que trabajé en el gobierno de don Patricio Aylwin, la verdad es que yo ya tenía una trayectoria política larga cuando llegué a ese puesto.
-¿Sintió esa discriminación?
-Había chistes, bromas, provenían de un instinto irrefrenable de la clase alta, tengas la idea política que tengas, pero siempre me sentí rodeado más bien de un clima de respeto.
-Y usted tenía poder.
-Bueno, el poder que daba la ley, el poder que daba la Constitución a un ministro, el poder que me daba el Presidente, que dependía de su confianza. Chile es un país muy regulado, hay poderes económicos como en todo el mundo, pero los poderes institucionales son los que están establecidos en la ley. Y yo en ese tiempo tuve el poder que correspondía a un ministro, que es el que está previsto en la Constitución. Ni más ni menos.
-Pero lo ocupaba...
-Tenía permanentemente el respaldo del presidente por un lado y además ese fue un gobierno muy colaborativo entre los ministros. Teníamos una estupenda relación entre el ministro (Enrique) Krauss, el ministro (Edgardo) Boeninger y yo. Y creo que es bueno decir que el ministro Boeninger contribuyó mucho a mi formación y a mi manera de ver las cosas. Él es una de las personas más inteligentes que he conocido.
-Usted siempre ha estado cerca del poder. 
Yo diría que lo que sí es cierto es que yo nunca voy a dejar de ser un político, alguien interesado en la política y en particular un integrante muy activo de la centro izquierda. Llámese Concertación o Nueva Mayoría y no es indiferente el éxito o el fracaso de nuestros gobiernos. Con el gobierno del Presidente Piñera, en lo que me corresponde, que son las entrevistas de prensa, las opiniones, jugué un rol opositor, respetuoso naturalmente a la figura del Presidente, pero opositor decidido. Y soy un colaborador decidido del éxito de nuestros gobiernos y de nuestra coalición. Por eso digo que hay mucha leyenda. Lo que sí es cierto es que la política es una pasión de mi vida.
-La mayoría de los políticos cree que usted tiene mucho poder. ¿Usted lo ve así?
-Como lo decía en otra entrevista: nosotros trabajamos todo el día, no andamos por los pasillos pensando en el poder que tenemos. Nos levantamos oscuro, trabajamos como todos, atendemos a los clientes como todos. Terminamos cansados el día y creo que, como en todo, en esto hay mucho de leyenda.
Pero usted está en la Iglesia, está con Juan Emilio Cheyre, en SQM, en Penta, por nombrar algunos.
Bueno, porque tenemos una cartera muy amplia de clientes, de gente que nos consulta. Muchos de ellos son clientes nuestros.
-¿Por qué usted no siguió una carrera política en el Congreso o en cargos en otros gobiernos? ¿Qué es lo que gatilla la decisión de privatizarse?
-Son dos fases distintas. Un punto es que no tenía un especial apego a seguir teniendo puestos. Había tenido uno relevante gracias a la confianza que me había dado el presidente y no me parecía ni prudente ni razonable seguir postulando a ocupar cargos de la misma relevancia. No me sentí inclinado a ellos. Simplemente sentí que el cometido que nos habíamos puesto como gobierno se había cumplido y correspondía que otros siguieran ese camino o lo reformaran o lo profundizaran o mejoraran. Y mi primera inclinación y, fue a lo que me dediqué hasta el 98, fue el trabajo académico. Como consultor internacional, en el Banco Interamericano del Desarrollo y en el PNUD. Tuve una experiencia estupenda de trabajo con la empresa de Fernando Flores (exsenador), asesoramos a empresas en México, hicimos mucho trabajo de apoyo en crisis. También trabajé mucho en Haití, entre otras cosas. Después de eso, tomé la decisión, un poquito por consejo de mi amigo Eugenio Tironi, de constituir esta empresa, que partió como una empresa pequeña y ahora ha ido creciendo.
-Usted ha dicho que sus mejores años y más productivos fueron cuando ocupó el cargo de ministro de Patricio Aylwin. ¿Lo sigue pensando así?
Sí, sin duda. La oportunidad de haber participado en un momento histórico tan importante para el país es incomparable. Y es incomparable para quienes, como muchos otros, miles, luchamos contra la dictadura desde el golpe militar hasta que se terminó. Nunca dejamos de luchar contra la dictadura, nunca nos doblegamos, vencimos nuestros propios temores, nuestros propios miedos. Y supimos enfrentarlos. El momento del plebiscito, los cuatro años del presidente Aylwin, siempre los he sentido muy virtuosos. Naturalmente el desarrollo que hemos tenido en la empresa junto a los socios, es un gran mérito y me siento muy orgulloso.
-¿Qué hubiese sido de usted como dirigente político sin el golpe militar?
-Jejeje, no me había hecho nunca esa pregunta (piensa). Qué le puedo decir… Probablemente, con amigos de mi generación (José Miguel Insunza, José Joaquín Brunner, José Antonio Viera-Gallo), nos habríamos desarrollado en nuestros partidos y gobiernos en roles políticos relativamente importantes. Teníamos muy buenos formadores, creo que esa también fue una virtud en mi caso, de haber tenido a grandes maestros. Desde la Iglesia a don Carlos González, obispo de Talca; don Jaime Castillo, que fue un formador en mi edad más juvenil, y después la personalidad política que más influyó en mi vida fue Clodomiro Almeyda, sin lugar a dudas.
-¿Todavía se siente socialista?
Sí, por favor. Lo seré siempre, siempre seré de izquierda.
-¿Y superó el conflicto con el PS cuando lo vincularon al lobby en favor del Consejo Minero por la Ley del Royalty?
-Bueno, la verdad es que debo agradecer a Marcelo Schilling y a Camilo Escalona que me ofrecieron militar de nuevo y lo tomé con mucho gusto. Incluso Camilo me invitó a la sede del partido. Al parecer, cuando se renuncia al partido, debe ser aprobado en un Congreso y todo eso se complicó y quedó ahí. Siempre voto por los socialistas, nunca voy a estar lejos y siento que se debe trabajar por el reconocimiento y la memoria de nuestras grandes figuras. También, como provengo del Mapu, con un origen en la Democracia Cristiana, tengo una fuerte identidad con el mundo cristiano.
-¿Y las críticas que recibe de ese mundo por su empresa, por su rol de lobbista en SQM y Penta? 
A ver, en los dos casos que usted me menciona, son clientes nuestros, prestamos los servicios que corresponden en una actividad que está regulada por la ley, así es que no siento que eso se corresponda con mi actividad política. Es un trabajo profesional. Respecto a las críticas, eso es parte de la vida en democracia, hay libertad de expresión y yo solamente he hecho algunas precisiones cuando algunas veces las cosas no han sido ciertas. A veces pienso que para muchos es fácil hacer una caricatura, dibujarla en un cartón y criticarla. No me siento representado ni definido con muchas de esas caricaturas. Pero le repito: hay libertad de expresión y así es la vida.
AMIGO DE CONTESSE
Enrique Correa 01
¿Cuándo tuvo en su cabeza Imaginacción?
Mi partida fue con Eugenio Tironi, en Tironi & Asociados. Él me fue sugiriendo, recomendando, instalarme con una empresa propia que viera con más precisión el tema de la colaboración pública-privada y políticas públicas que involucraban a privados y finalmente el lobby. Y bueno, las cosas ocurren así, prácticamente ninguna cosa de la vida tiene objetivos tan predeterminados. A medida que fuimos trabajando con nuestros primeros clientes, fue madurando en el grupo fundador, la idea que podíamos echar luz sobre una actividad que había sido por años oscura en Chile, que era el lobby. Junto con instalarnos, en el mismo momento, nos propusimos trabajar por una ley de lobby que es la que nos rige en la actualidad.
-¿Cuando habla de una actividad oscura, a qué se refiere?
-Siempre ha habido lobby en Chile, en el siglo XIX y XX. La virtud que tiene el momento en que estamos ahora es que es una actividad regulada por una ley, que requiere perfeccionamientos todavía. A nosotros nos gustaría una ley que tuviera un registro de lobbistas en el que estuvieran inscritos todos los lobbistas. Ahora hay un registro expost, que se construye a partir de la transparencia, pero quisiéramos que se agregara un registro de lobbistas porque eso ayudaría mucho a la transparencia y a distinguir el lobby formal del informal. Porque el primero es una actividad regulada y el segundo se mueve siempre en la frontera del tráfico de influencia. Somos partidarios que se legisle mejor sobre un registro de lobby, se legisle mejor sobre los conflictos de intereses y se tipifique mejor el tráfico de influencias y se le penalice.
-Usted es una persona que le ha ido bien en la vida, en la política y en su empresa, económicamente le ha ido bien. ¿Cómo se relaciona con el dinero?
-Vivo como he vivido siempre. Sabe que es muy importante distinguir mucho entre la vida profesional y la vida personal. Veo una serie policial en la que la señora le dice a un polícia: “los problemas quedan en el perchero”, me gustó esa expresión. Mi vida personal no tiene grandes cambios, no vivo muy distinto a cómo podría vivir cualquier persona de clase media. He criado a mis hijos, cuido a mis viejos, me levanto oscuro, trabajo hasta tarde. Trato de sacarle el mayor jugo a los fines de semana.
-¿Hace cuántos años conoció a Julio Ponce Lerou?
No lo conozco mucho. Naturalmente que lo conozco, he conversado con él, pero no he tenido nunca un contrato de asesorías con Ponce Lerou ni con Cascadas. Fuimos contratados por SQM y trabajamos largo tiempo con Patricio Contesse, de quien tengo una gran opinión. Básicamente nuestro trabajo fue con SQM, ahora la avalancha de noticias y cosas hace perder la necesidad de precisar. Hemos trabajado mucho con SMQ, con la empresa propiamente tal. Y en la empresa hay socios mayoritarios y minoritarios, hay socios que tienen el control y otros que no, y nosotros estamos obligados a trabajar para todos. No sería correcto que trabajáramos solo para el controlador.
-Carlos Ominami dijo que al exgerente general, Patricio Contesse, le quedaban pocos amigos en política.
Yo estoy entre los amigos.
Y respecto de Pablo Longueira y los hechos que se han conocido, ¿sigue opinando que en el financiamiento de la política no necesariamente hay corrupción?
Creo que todos los temas tienen que ser examinados por los tribunales y por los fiscales. Siempre me he atenido a la definición clásica de la corrupción, es decir, aquella que está vinculada al enriquecimiento. En la medida que lo que se está investigando es una forma de financiar la política, que tiene que ser reformada y que no puede seguir igual, creo que los propios políticos se autoinfieren un inmenso daño al calificar todo el financiamiento como corrupción. Cosa distinta son los casos en los cuales los fiscales investigan otros delitos, que tienen que probar por lo demás, como por ejemplo el cohecho. Pero ya que usted me nombra a Pablo Longueira y a Carlos Ominami, en todos estos casos hay que tener en cuenta dos conceptos que constituyen una totalidad: Nadie está por encima de la ley, ni siquiera Lula en Brasil, y todos tienen derecho a la presunción de inocencia. La ley es para todos.
-De acuerdo a los hechos que se conocieron de Longueira y lo diligente que era con Contesse. ¿Tiene alguna opinión? 
– Tiene que estar sometido a la investigación del fiscal. Ahora la verdad es que en otras ocasiones, probablemente de otro modo, siempre se ha consultado a las empresas sus opiniones. Recuerdo cuando hicimos la primera ley de Telecomunicaciones con el ministro Boeninger y establecimos un amplio mecanismo de consulta con las empresas. Recuerde que en esas primera leyes, que había que dividir entre llamadas de larga distancia, internacionales y nacionales, teníamos que ir generando más espacios para la competencia. En general siempre se ha tenido el hábito de consultar.
-Pero era más formal la consulta.
-Es probable. Pero lo que le estoy diciendo es que no constituye un hecho tan extraordinario que se consulte a una empresa privada que le concierne. Otra cosa es cómo el Estado resuelve y las leyes no son de los senadores, son del gobierno. Y esa ley (Royalty) fue firmada por el Presidente de la República. Si los parlamentarios estiman que hay que volver a mirar la ley, hay un mecanismo que se llama reforma, pero es un asunto que está examinando el fiscal. Ahora, los hechos que usted dice están siendo investigados y la defensa del exministro Longueira tendrá que presentar sus descargos y sus explicaciones. Pero eso no es razón para olvidar que en su momento, el exsenador y exministro Longueira prestó grandes servicios al país. Porque la vida es así pues, sólo los integristas consideran que esta es una lucha eterna entre el mal y el bien. Hay asuntos que tienen que ver con la investigación que está en curso y Pablo Longueira tiene derecho a la defensa y a la presunción de inocencia, pero eso no borra los servicios que le prestó al país en su momento en la crisis que tuvimos con el MOP-Gate y en otros momentos cuando hubo problemas con la inscripción de la Democracia Cristiana. Creo que él fue parte de un esfuerzo por hacer de este un país en el que podíamos convivir.
LA MONEDA DE ORO
-En el año 2002 usted dijo que el país de un solo dios, una sola moral y una sola forma de vivir, se acabaría, entraría en una crisis. 
-Lo dije porque el país se modernizaba. Nosotros recibimos en los 90 un país más bien arcaico, y una sociedad de pobres. Hoy día tenemos un país mucho más moderno -no completamente- y una sociedad de clase media. Y un atributo que sigue a la modernización siempre es la secularización y las libertades se atraen, la libertad es indivisible. Uno no puede querer libertad económica y no querer libertad política. Uno no puede querer libertad política y libertad económica y no libertad… no sé cómo llamarle, libertad personal, moral, cultural… Y los países se secularizan al mismo ritmo que se modernizan. Esa es la historia de todos los países modernos. Y eso no quiere decir que las Iglesias no tengan importancia, yo mismo soy católico, pero están obligadas a convivir en un clima pluralista. Una característica de la sociedad moderna y más secular es la conquista de la plena autonomía para todo: del individuo, de la familia, de cada persona. La libertad, cuando se adquiere cierta prosperidad, empieza a convertirse en un hecho real. Al profesor Óscar Godoy le escuché lo que le voy a decir: Una sociedad moderna se caracteriza por la coexistencia de distintos conceptos del bien. El viejo sueño de la oligarquía del siglo XIX.
-¿Y cómo ve ahora esa reflexión de hace 14 años?
-Creo que la modernización es un proceso que no tiene retorno. Ahora somos un país que tiene ley de divorcio, un país en el que se está discutiendo la ley de aborto. Ya tenemos las uniones civiles y pronto espero tengamos aprobado el matrimonio igualitario o más bien el derecho igualitario de todos a tener el matrimonio que estimen conveniente, como bien lo dice la Suprema Corte de Estados Unidos. Es un derecho republicano y fundamental.
-¿Esos temas le importan mucho?
-No, yo no estoy hablando de lo que me importa a mí. Lo que le estoy haciendo a usted es una descripción de distintas formas de secularización, eso en las leyes. Pero yo tengo la impresión, un poquito por lo que se mira en las encuestas y en los focus group, y por la opinión que uno se forma… si vivimos en un mismo país, todos compramos en los mismos supermercados, vamos a los mall, etc. Tengo la impresión que la gente vive de manera bastante más liberal de lo que se supone. Ya la gente aprendió a vivir del modo como estime conveniente en este país y eso es muy importante. Pero le repito: la secularización es un atributo que acompaña a toda modernización. La idea de que la modernización puede ser sólo económica es un mito, una aspiración imposible de las derechas.
-¿Cree que la derecha chilena está muy lejos de entender eso?
-Van a tener que entenderlo. Todo se moderniza.
-¿Tiene alguna posición sobre el aborto?
Me parece muy bien la ley…
-¿No le han pedido que convenza a Soledad Alvear?
-Jejeje. No, ella tiene sus ideas. Bueno, así son los países democráticos, la gente tiene ideas distintas sobre las cosas. A mí me parece bien la ley y ojalá se apruebe pronto.
-¿Tiene alguna opinión de la carrera presidencial?
-Es un poquito temprano, porque siento que el gobierno todavía está en etapa de realización de reformas.
-¿Y qué piensa de Ricardo Lagos Escobar, ha podido conversar con él, lo ve como candidato?
-Le digo que es muy temprano, pero es interesante porque hay figuras en la izquierda que son muy potentes. Yo me siento muy cercano al presidente Lagos, a la senadora Isabel Allende. La Democracia Cristiana tiene sus nombres, pero es muy temprano todavía. Considero que lo más importante ahora, antes de la elección municipal, es resolver algunos de los asuntos que tiene el gobierno. Uno de ellos es crear en torno a las políticas del ministro de Hacienda, un espacio de concordia, de razonamientos comunes, harta falta nos hace. En torno a la disciplina fiscal, pero en torno también al incentivo o el empuje de medidas que nos permitan recuperar el crecimiento. Siento que ese puede ser un espacio de concordia transversal y de razonamiento común, como este país lo tuvo muchas veces. Y un segundo punto es que la gratuidad es la moneda de oro de la Presidenta Bachelet. Ella va a pasar a la historia con esto, pero esa gratuidad requiere ser sustentada en una ley, no puede seguir siendo sustentada en sucesivas glosas presupuestarias. Se debe hacer una muy buena ley de Educación Superior que consagre la gratuidad en un esfuerzo por un gran acuerdo en el Parlamento por este tema. Ese debe ser el gran propósito en este semestre.
-¿Y usted cree que la Presidenta va a lograr revertir las encuestas?
La gratuidad es la moneda de oro, si se hace bien. Y para que se haga bien, se requiere de una ley y que esa ley tenga amplio acuerdo. Creo que si la Presidenta lo logra y si además logra -respaldando a su ministro de Hacienda- generar un espacio de tranquilidad en el mundo económico, sumado a medidas que incentiven el crecimiento, como volver a poner en el tapete las concesiones, porque ese puede ser un gran impulso en el crecimiento. Si logra esto en la economía y logra construir un sistema de gratuidad sólido, basado en una buena ley y un buen acuerdo, yo siento que el gobierno cumplió lo fundamental de su tarea y la Presidenta puede sentirse satisfecha. Otra cosa son las encuestas. Cada uno tiene una mirada sobre ellas. Yo pondría más el acento en el porcentaje tan alto de la desaprobación, y no hay que ser muy sabio para descubrir que en esa desaprobación hay mucha gente que votó por ella y que la apoyó. Tengo la impresión que son hombres y mujeres de clase media que lo que básicamente quieren, como las clases medias de todo el mundo, es acceso a bienes públicos de calidad. No estoy diciendo que no haya que darle importancia a lo político, pero lo que la gente quiere es acceso a bienes públicos de calidad. Y eso es acceso a la educación y mejorías sustanciales de la salud pública. En la medida en que el gobierno se identifique más con estas aspiraciones reales de la clase media -que no siempre se corresponden con las ideas que circulan en el debate político- el gobierno puede tener un buen pasar. Si se miran no solo los porcentajes que tiene la Presidenta, sino que las razones, estoy seguro que van a llegar a esta conclusión. Esta es una clase media que aspira a bienes públicos de calidad y que valora la prosperidad que ha alcanzado.