Sin embargo, la idea de Izurieta no cayó bien en ninguna parte. La Agencia Nacional de Inteligencia se marginó de la iniciativa por considerarla una suerte de superestructura que supera a la Ley de Inteligencia que rige a la ANI, donde se la menciona como el organismo “coordinador” de los servicios de espionaje. Pero además de lo anterior, cuentan al interior de la agencia, es porque con esa decisión sencillamente fueron “ninguneados” y “pasados a llevar” en sus atribuciones e incluso ni siquiera fueron incluidos.
En el Ejército la cosa no anda mejor. Fuentes de la institución explicaron a The Clinic que la idea tampoco es de su gusto, porque la Dirección de Inteligencia del Ejército (DINE) tiene sus propios métodos y la información se canaliza a través del comandante en Jefe para los efectos de coordinación con Defensa y el Estado Mayor Conjunto.
En la Marina -quizás el más celoso de los servicios (conocido como “ancla 2” en la jerga de la “comunidad”), la idea tampoco agradó. En la FACh ni hablar.
  Conocida es la lógica de compartimentaje con la que trabajan los organismos de inteligencia con sus fuentes y proyecciones de amenazas con los vecinos y el férreorespeto al conducto regular interno.
  De allí que el comentario obligado es que Izurieta está generando una fórmula de trabajo que de seguro le dará poco resultado, porque “no podrá cambiar la lógica de trabajo”, aseguro una fuente de la Armada.

En la ANI aseveran que todo se debe a una falta de control del ministro Allamand “que está más preocupado de su candidatura que de lo que pasa en su feudo y no ve que se está armando una burocracia de la inteligencia”.
Como sea, lo cierto es que la idea de Izurieta -y la construcción de poder interno que hay detrás- no va por buen camino, ya que las relaciones con la inteligencia de las FFAA y la propia ANI ahora son distantes.